La biblioteca como plataforma

El pasado 8 de noviembre de 2018 tuvo lugar la jornada Las bibliotecas como laboratorios ciudadanos: la biblioteca como plataforma, organizada por el Ministerio de Cultura y Deporte, en colaboración con Medialab Prado.

Los alrededor de 100 asistentes a dicha jornada pudieron asistir en primer lugar a la presentación de David Weinberger, que fue durante 5 años codirector del laboratorio de innovación en bibliotecas de la Universidad Harvard. Su exposición comenzó poniendo de manifiesto que existe un vacío de información en la web en el campo de la bibliografía, un vacío que podrían cubrir las bibliotecas, dando información de calidad acerca de los libros a través de una aplicación que se convirtiera en referencia (al igual que IMDB es referencia para el cine, por ejemplo).

Para Weinberger, una plataforma es un espacio que permite usos no previstos de antemano de los recursos con los que se cuentan (y que se ponen a disposición pública a través de tecnologías de acceso abierto y licencias que permitan su reutilización).

Ahora se dice que la persona más inteligente de una habitación es la habitación misma: las interacciones entre sus ocupantes, que aportan su conocimiento y lo ponen en común crea una riqueza que no se puede lograr por un solo individuo. Es una metáfora que puede aplicarse a la biblioteca: el sitio donde se ponen en común todas las habilidades, todos los saberes de la comunidad en la que se inscriben, y que se convierte en la entidad más inteligente de una universidad, una ciudad o un barrio. Y todo gracias a las interacciones que los bibliotecarios fomentan y construyen a través de grupos de discusión, clubes de lectura, eventos culturales, contenido en redes sociales, recomendaciones, etc.

ABRIR LOS DATOS

La biblioteca puede construir APIs que interroguen al sistema, usando la información que posee la biblioteca. Pero, ¿qué información poseen las bibliotecas que pueda ser utilizada? Contenido, comportamiento de los usuarios (eliminando la información personal), información del catálogo, ejemplares, colecciones, geolocalización.

Si se abren las APIs para que todo el mundo pueda utilizarlas, cualquiera podrá construir páginas y aplicaciones que exploten la información que posee la biblioteca (por ejemplo, sobre un libro). Y no necesitan la información directamente (gestionada por la biblioteca), sino que usarán la API. Y podrán hacerlo sin permiso expreso de la biblioteca. Así es como se construyó la web.

Ya hay bibliotecas e instituciones que trabajan con APIs: la Library of Congress, Europeana, DPLA, la Biblioteca de Harvard, la BNE. La generalización de APIs en el entorno bibliotecario multiplicará la presencia de información de calidad, aportada por la biblioteca, en la web. Esto es esencial para preservar lo que saben las bibliotecas.

EXPERIENCIAS INNOVADORAS

A continuación, Maite Morata, directora de la, presentó un proyecto que busca implicar a los usuarios de la biblioteca y otros agentes de la comunidad. Para este objetivo se han asociado con la Casa del Lector y han empleado la metodología del Design Thinking.

La experiencia está dirigida a atraer a la biblioteca a los mayores de 50 años. Podría definirse como una plataforma de encuentro ciudadano para el intercambio y producción de conocimiento. Es un proyecto en curso.

La segunda experiencia innovadora que se presentó fue la de la biblioteca Montserrat Abelló. Anna Bröll, Directora técnica de Coordinación y Servicios, de Bibliotecas de Barcelona, nos habló del proyecto Tejido(s), un proyecto de innovación para crear redes de conocimiento dentro de la comunidad. Es una estrategia que utiliza lo que han llamado Antenas Cibernarium, espacios dedicados a la capacitación digital de los ciudadanos. Existen 11 antenas en 11 bibliotecas de la ciudad de Barcelona.

DEBATE: LAS BIBLIOTECAS COMO LABORATORIOS

Tras las experiencias se abrió un debate donde distintos profesionales que están trabajando en el área de la participación ciudadana en bibliotecas públicas reflexionaron en torno a la biblioteca como plataforma ciudadana.

Lidia Teira, moderadora del debate, comenzó dando una definición de laboratorio ciudadano: son contextos de producción abiertos y colaborativos, donde personas con distintos conocimientos y grados de especialización se reúnen para desarrollar proyectos juntos a través del aprendizaje colaborativo.

Esto dio pie a una reflexión en torno a cómo la biblioteca ha superado el concepto de almacén de contenidos (debido a la irrupción de lo digital) para convertirse en un lugar donde se producen interacciones entre personas (Luis González). Julio Alonso mencionó la teoría de Oldenburg (la teoría del tercer lugar) para señalar que se debe definir un nuevo concepto de biblioteca donde el espacio se refuerza.

La biblioteca (Tíscar Lara) ofrece un espacio privilegiado, libre, para el aprendizaje informal, intergeneracional, interdisciplinar, no estructurado, desde la proximidad. Es un espacio urbano donde socializamos. Ya no es un lugar donde ir a buscar el conocimiento que puedes encontrar desde tu casa. Tenemos que ofrecer experiencias que justifiquen el que los ciudadanos se desplacen a la biblioteca.

También se habló de si las bibliotecas, que tradicionalmente han sido puertas de acceso al conocimiento, pueden convertirse en espacios de creación de conocimiento (Marta Cano), y en foros de debate (Nona Domínguez).

Otra idea-fuerza que surgió en el debate es que hay que prestar atención a lo que demanda la sociedad (Ramón Bosch): introducir y estimular la creatividad en las bibliotecas, promover relaciones multidireccionales y proporcionar un espacio para el aprendizaje informal a lo largo de la vida.

Por último, se habló de la importancia de crear alianzas con los agentes que nos permitan llevar a cabo estos cambios y también de la necesidad de documentar todos los procesos y ponerlos a disposición de la comunidad para que puedan replicarlos.

Podéis encontrar más información sobre la jornada en esta página web. En breve se subirán además, los videos editados de la jornada.

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