Entrevistamos a Susana Pellicer Altet por el Día Internacional de la Mujer Rural
Continuamos con nuestro viaje por distintas zonas rurales de España para, con motivo del Día Internacional de la Mujer Rural (que se celebró el pasado 15 de octubre), ofrecerles un altavoz a unas mujeres que se esfuerzan cada día para traer la cultura y el conocimiento a las pequeñas comunidades: las bibliotecarias.
Por eso, en el Consejo de Cooperación Bibliotecaria, hemos iniciado un ciclo de entrevistas a bibliotecarias del ámbito rural. Con estas entrevistas exploraremos su perspectiva sobre el impacto de las bibliotecas en las zonas rurales y su compromiso con el empoderamiento de las mujeres en su comunidad.
Hoy viajamos hasta una de las comarcas centrales de Valencia, concretamente a la localidad de Llutxent. Susana Pellicer Atlet está al frente de la pequeña, pero ambiciosa Biblioteca Municipal de Llutxent. Han diseñado una ruta poética y organizan numerosos talleres y clubes de lectura para difundir el gusto por los libros entre los vecinos y vecinas.
Hoy tenemos el placer de charlar con ella.
- ¿Podrías hablarnos sobre las características particulares de la comunidad en la que trabajas y cómo influyen en tu labor como bibliotecaria?
- El papel de las bibliotecas en el desarrollo de las comunidades rurales es fundamental. ¿Qué opinas sobre el impacto que tienen las bibliotecas en el progreso de tu comunidad en particular?
- ¿Crees que la lectura puede ayudar a combatir las desigualdades sociales?
- Sabemos que te enfrentas a muchos desafíos como bibliotecaria en una zona rural. ¿Podrías compartir con nosotros cuáles son los retos más significativos que has experimentado en tu trabajo?
- Las mujeres desempeñan roles diversos pero cruciales en las comunidades rurales. ¿Cómo se brinda apoyo específico desde la biblioteca para empoderar a las mujeres en tu área?
- ¿Podrías compartir una experiencia o anécdota sobre cómo la biblioteca ha beneficiado de manera significativa a las mujeres en tu comunidad rural?
- ¿Y qué hay de las niñas y las jóvenes? ¿Qué participación tienen en la biblioteca?
- En el contexto de la educación y la alfabetización, ¿cómo crees que las bibliotecas contribuyen al empoderamiento de las mujeres en tu comunidad?
- La colaboración y las asociaciones son clave para lograr un cambio sostenible. ¿Cuál consideras que es el papel tanto de la biblioteca como de otras instituciones locales en la promoción de la igualdad de género en las zonas rurales?
- Hemos oído hablar del Compromiso de Urueña que se compromete la misión y del desarrollo de la biblioteca rural en la España actual. ¿Podrías darnos tu opinión al respecto y cómo crees que podría inspirar a otras comunidades?
- En el marco del Día Mundial de la Mujer Rural, ¿consideras que hay alguna reivindicación o mensaje que te gustaría compartir en tu papel como bibliotecaria?
- Para finalizar, ¿qué mensaje o consejo te gustaría transmitir a las mujeres en zonas rurales que puedan estar enfrentando desafíos similares a los tuyos?
En primer lugar, muchas gracias por invitarme a participar. Yo soy la bibliotecaria de Llutxent, un pueblo de unos 2400 habitantes situado al sur de la provincia de Valencia que cuenta con un patrimonio histórico tan importante como desconocido.
Formamos parte de la Red de Lectura Pública Valenciana por lo que estamos al servicio de todos los usuarios de la red, pero sobre todo de los vecinos de Llutxent y alrededores.
Creo que las bibliotecas en las zonas rurales no son un lujo opcional. Al contrario, las considero un elemento esencial a la hora de equiparar las posibilidades de acceso a la cultura de la población rural respecto de la urbana
Si entendemos que la información, la cultura y la educación son primordiales para la igualdad entre las personas, éstas deben considerarse derechos humanos fundamentales. Los ámbitos rurales no deberían tener estas necesidades desatendidas.
Para ello es importantísimo que todas las administraciones dediquen esfuerzos a apoyar los servicios bibliotecarios que se pueden prestar desde los pueblos.
En nuestro caso particular, nuestra población no solo dispone de una colección de libros o de un sitio para ir a estudiar. La biblioteca tiene vida y continuamente proporciona actividades de animación lectora, exposiciones, presentaciones de libros, club de lectura, ayuda en trámites, etc.
Por supuesto, intentamos enriquecer nuestra colección con novedades mensuales, adquiriendo las lecturas que nos piden mediante desideratas, estando en contacto con los centros educativos para adquirir las lecturas obligatorias, etc.
Con ello, pretendemos que todos tengan las mismas oportunidades en el acceso a la lectura, independientemente de la situación social en la que se encuentren.
Además, tenemos una actividad muy bonita que, en la medida de nuestras posibilidades, pretende ayudar al turismo en la localidad y dar a conocer nuestro patrimonio histórico. En ella ofrecemos a otros clubes de lectura la posibilidad de leer el libro “Ronda dels veïns de l’ermita” de Alfons Roig y la posterior visita y ruta literaria por Llutxent.
Si estamos de acuerdo en que la educación contribuye a reducir las desigualdades sociales, entenderemos que la lectura es esencial para aspirar a la igualdad entre las personas y que cuando se invierte en cultura y educación se está trabajando para reducir las desigualdades sociales.
El reto principal puede que sea el económico. No se pueden ofrecer los mismos servicios bibliotecarios que en zonas urbanas porque éstos tienen unos costes que los pequeños municipios no pueden o no quieren asumir. Eso no quiere decir que estos servicios no sean rentables. En mi opinión, sí lo son y mucho.
Me gustaría poder ofrecer tantas actividades como ofrecen bibliotecas más grandes que pueden permitirse contratar cuentacuentos, visitas de autores, talleres, etc. de forma más o menos continua.
En bibliotecas como la mía ese lujo se da muy pocas veces y la mayoría de las actividades las programo, preparo y realizo yo misma perjudicando, seguramente, a tantos profesionales que se dedican a ello.
En mi caso, uno de los mayores retos añadidos al trabajo diario puede que haya sido tener que gestionar el club de lectura. En la provincia de Valencia la mayoría de los clubes de lectura son gestionados por una persona externa que lleva el ritmo de las sesiones, propone lecturas, proporciona los lotes de libros, etc. Aquí se hizo así durante unos meses, pero después se decidió prescindir de sus servicios y que se gestionara desde la biblioteca.
Aunque me apasiona poder contar con el club de lectura por el buen ambiente, las grandes personas que lo forman y las sesiones tan agradables e interesantes que tenemos, es una responsabilidad tener que buscar la manera de conseguir lotes cada mes, acertar con la lectura, preparar las sesiones, etc.
Las bibliotecarias y bibliotecarios hablamos muchas veces de que es una suerte que nuestro trabajo sea vocacional. Eso nos lleva a olvidar qué es lo que nos toca o no nos toca hacer y que hagamos todo lo posible para que la biblioteca funcione.
El club de lectura, aunque no es exclusivo, en la actualidad sí está integrado solo por mujeres. En un pequeño pueblo como el nuestro nos reunimos cada mes unas veinte mujeres para hablar de lectura, para tratar de los temas de cada libro y, como pasa siempre, para arreglar el mundo. Además de leer, estamos empezando con un taller de escritura donde descubrimos que realmente hay mucha creatividad dentro de nosotras mismas.
Además, la biblioteca colabora con la Asociación de Amas de casa de Llutxent proporcionando contactos de talleres o charlas.
También contamos con la estantería violeta, un pequeño espacio dedicado a dar visibilidad a libros que buscan la igualdad entre mujeres y hombres. En ella encontramos un poco de todo: manuales de feminismo, libros reivindicativos, libros sobre mujeres importantes, novelas e incluso libros infantiles para trabajar por la igualdad y el empoderamiento de las mujeres.
Aparte de esto, ofrecemos ayuda a muchas mujeres del pueblo para la obtención de carnés de manipuladoras de alimentos para poder ejercer su trabajo en almacenes agrícolas, bares, fábricas, comercios, etc.
Creo que el grupo del club de lectura es el ejemplo más significativo. En él se integran lectoras de toda la vida, que leen dentro y fuera del club, mujeres que no habían leído nunca pero que se han animado por recomendaciones de amigas, mujeres jóvenes, otras más mayores, que han establecido lazos gracias a la lectura. Que han aprendido a disfrutar leyendo.
Aparte de las sesiones, lo que más les gusta es que organice visitas a los lugares mencionados en los libros, las visitas de autores, visionar las películas basadas en libros, etc.
Además de estas actividades programadas, el día a día en la biblioteca es importante. Me considero afortunada de haber conseguido crear un vínculo con muchas de las usuarias, cada una con sus problemas, que vienen a la biblioteca a por lecturas que les entretengan y que además encuentran un lugar donde poder hacer confidencias, hablar de lo que les apetece o les angustia.
También en sus pequeños trámites. Desde la biblioteca se les presta ayuda en la redacción de currículums, cartas de presentación, solicitud de citas previas, impresión de billetes, obtención de carnés de manipulador de alimentos, etc.
En general, las mujeres usan más los servicios bibliotecarios que los hombres y esto es así en todos los tramos de edad. Desde que nacen, intentamos que se familiaricen con la biblioteca con actividades como “Bienvenida a la lectura”, cuentacuentos, talleres, etc.
Sin embargo, la asignatura pendiente creo que en todas las bibliotecas es el público juvenil. Muchas niñas y niños que vienen regularmente a la biblioteca dejan de hacerlo a partir de cierta edad, bien porque no lo necesitan, bien por falta de tiempo o porque desde las bibliotecas no encontramos la tecla necesaria para atraerles.
Las bibliotecas contribuyen al empoderamiento de las mujeres en tanto en cuanto son una puerta abierta y un instrumento para la educación y el conocimiento. Como toda biblioteca pública debemos garantizar el acceso a la información a todas las personas independientemente de su situación social, sexo, raza, edad, etc. Por tanto, cualquier persona debe tener la posibilidad de acceder a la información que precise o las lecturas que desee.
Desde la biblioteca prestamos nuestro apoyo a la Asociación local de Amas de Casa en la organización de actividades. Además, hemos destacado en la biblioteca la estantería violeta que visibiliza la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.
La colaboración con el colegio del pueblo también es muy importante y por ello estamos en contacto con maestras y maestros para la realización de actividades.
De todas formas, soy consciente de que no está todo hecho y hay que seguir trabajando con los distintos colectivos para lograr llegar a todas y todos los usuarios potenciales.
El Compromiso de Urueña es un documento completo y comprometido con el desarrollo de las bibliotecas rurales en España. También es un documento necesario que es un paso más para conseguir que todos los ciudadanos sean iguales en su acceso a información, la educación y la cultura, vivan donde vivan.
A partir de ahí son las diferentes administraciones las que deben trabajar para lograr ese fin, destinando recursos y modificando la Ley de Bases de Régimen Local y leyes de bibliotecas que permiten la no prestación del servicio en pequeños municipios o la prestación de servicios precarios.
El personal al frente de las bibliotecas de pequeños municipios no siempre está formado en biblioteconomía. En mi caso lo estoy, pero es entendible que una persona con una carrera universitaria, ya sea diplomatura, licenciatura o grado, no se sienta atraída por una plaza en un pequeño pueblo donde muchas veces se ajustan a los mínimos legales: media jornada y grupo C1 (técnico auxiliar de biblioteca) con sueldos bajos y los complementos mínimos. Para luego tener todas las responsabilidades, las de dirección, de técnico, y de auxiliar. Los mínimos legales no son justos para la realidad. Es necesario dignificar nuestro trabajo.
En el día a día, queremos ofrecer buen servicio, novedades editoriales, instalaciones adecuadas, actividades de animación lectora y culturales. Todo eso tiene un coste y es completamente necesaria la colaboración de todas las administraciones.
Estamos en la era de las mujeres y también las de las zonas rurales deben reivindicar los mismos derechos que las que viven en zonas urbanas.
En cuanto al papel de las bibliotecarias rurales, destacar la gran labor poco o nada reconocida que realizan de forma vocacional por su comunidad.
Aunque soy consciente de que la nuestra es una profesión infravalorada y aprovecho las pocas ocasiones que tengo para manifestarlo, también he de decir que a la hora de trabajar tenemos que hacerlo con vocación de servicio si queremos disfrutarlo.
Hay que separar las aspiraciones profesionales y el servicio a la población. En lo personal, me siento muy satisfecha de poder ayudar a mis usuarios, de prestarles el mejor servicio que puedo, de ayudarles y de programar y realizar actividades.
Y eso mismo recomiendo a aquellas bibliotecarias que se encuentren en situaciones similares. Hay que disfrutar trabajando porque son muchas las horas trabajadas a lo largo de la vida.
Desde el CCB, queremos expresar nuestro agradecimiento por el entusiasmo y el gran trabajo de estas bibliotecarias. Las animamos y apoyamos en su continuo esfuerzo por llevar a cabo la importante labor que realizan.
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